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domingo, 15 de abril de 2018

Las palabras del abuelo



Antes, decía mi abuelo, que las personas procuraban vivir al máximo la vida, que los jóvenes disfrutaban de formas menos escandalosas de su bella etapa y que los adultos contribuían a que la sociedad de aquel entonces  brillara  por su espíritu conservador. Sin embargo, la violencia y la desfachatez también existían en aquel presente, afirmaba.  Eran tiempos buenos y a la vez malos, aunque en menor grado que los de ahora.  La gente guardaba la esperanza de que el desarrollo, en todo sentido, lo transformaría todo o eso nos  hicieron creer.
Las modas  llegaron a su apogeo, el boom,  los movimientos; todo el mundo buscaba identificarse con algo y  todos buscaban ser originales. El uno quería superar al otro, las  relaciones interpersonales ya no hacían sociedad, empezó a hacerse evidente la competencia y el conflicto golpeó contundentemente al mundo entero.
Nada de lo que es hoy lo fue antes  mijo, o eso creo yo. Los tiempos si han cambiado pero  no como todos creíamos por allá en los tiempos de la dicha. Qué tiempos lindos aquellos, porque a pesar de todo, nada pudo nunca empañar su belleza. Tú salías a la calle y lo primero que veías era a un par de hombres, diplomáticos en su haber, dándose la mano cordialmente. Veías a los niños jugando en las terrazas con la libertad que les brindaba la confianza de sus padres, y las mujeres, todas hermosas, con sus trajes largos y sus labios al rojo vivo. Hoy es distinto, evidentemente distinto. Las costumbres de los ya arrugados como yo hoy son tomadas a burla, los regaños que damos a nuestros  nietos o bisnietos parece ser para ellos un desafío a desobedecerlos,  los jóvenes tergiversaron el sentido de la palabra libertad y ya los ves tú por ahí, de besos en beso, con la piel brillando al sol o la luna, ante los ojos de los menos discretos sin ningún pudor, y teniendo sexo a doquier. Los adultos, hijos de nuestra generación, no se quedan atrás, buscan desesperadamente habituarse a estos cambios sin sentido.  Mijo, definitivamente aquellos tiempos, nuestros tiempos, fueron mejores.
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2 comentarios:

  1. Es una historia irrefutablemente cierta. El ser humano en su deseo de desarrollo olvidó que la comodidad de ésta era no es primordial, y que sus esfuerzos por perpetuarse en conocimiento no tendrían sentido sin un valor moral, ético y social. El mundo avanza dejando de lado el sentido de hacerlo.
    El abuelo suscitó lo inevitable.

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  2. "El mundo avanza dejando de lado el sentido de hacerlo" eso, eso en pocas palabras.

    Gracias por comentar, mano.

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