Yo, como muchos de los lectores de esta novela, emprendimos esta trágica aventura junto a Bruno, nos sorprendimos, enojamos y cuestionamos con él durante todo el trayecto. Debo resaltar que las experiencias por las que el niño nos va llevando no podrían ser más inquietantes de lo que ya son.
Esta historia, bañada de un realismo indiscutible, aborda uno de los temas más controvertidos de la historia, hechos que aún siguen provocando un repudio inamovible por haberse aferrado a la misma evolución negándose a ella. En El niño con el pijama de rayas sentimos en carne propia lo que sería vivir en una casa Nazi, pues el régimen no solo se vivió afuera sino también en él ceno de aquellas familias, que sembraban de una u otra forma actitudes equívocas en sus hijos (Lo vemos manifiesto en la hermana de Bruno de manera explícita) y también vemos sus consecuencias.
La enseñanza es evidente, pero cada quien puede sacar sus propias conclusiones a partir de la experiencia personal que viva durante la lectura de esta novela tan cargada de emociones. La mía tiene que ver con reconocer que son mayores las cosas que nos constituyen humanos que las que nos diferencian.
El final me pareció un poco abierto, pero a la vez no deja mucho que desear, pues todos podríamos coincidir en los hechos de aquel desenlace negado, hechos tristes, por supuesto, que de acuerdo con el autor, no era necesario presenciar (Yo no lo hubiese soportado).
4/5 estrellas.
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