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sábado, 10 de agosto de 2019

Algo más

Sigo sin entender la mayoría de las cosas que me rodean, pero me gusta tener algo que cuestionarme siempre. Hay quien piensa que hacerte preguntas respecto a todo es innecesario, que es mucho más fácil asumirlo todo y vivir como aquel barco de papel al que se lleva la corriente a cualquier parte. Estoy en desacuerdo. El ser humano está diseñado para no tragar entero, pensar es una obligación innata, pensar hace parte de nuestra naturaleza y es algo de lo que no podemos escapar, es involuntario, es necesario.
En ejercicio de lo anterior, me detuve a pensar en lo que nunca había pensado, entonces descubrí que había muchas cosas que pasaban desapercibidas para mí, que se habían escapado a mi agresiva vocación de investigador, pero una de ellas llamó sobre todas mi atención. El YO.

Hice un dibujo algo garabateado de cómo creo que soy y alrededor, formando un círculo pequeño, algunas preguntas. ¿Quién eres? ¿Cómo eres? ¿Te gusta como eres? ¿Gustos? ¿sueños? ¿Imperfectos?... y sobre aquel círculo pequeño escribí otras preguntas aún más profundas: ¿Eres feliz? ¿Qué piensas del mundo que te rodea? ¿Qué representa la palabra sociedad y el concepto hacer sociedad desde tu perspectiva?.

Las preguntas  alcanzaron respuestas extensas y el resultado fue sinceramente liberador y sanador. Descubrí que los ojos también tienen la capacidad de ver para adentro  y que son aún más útiles así. Hay algo fantástico en cada uno de nosotros, el reto es descubrirlo... cuestionarse, pero sin olvidar cuestionarte.

lunes, 18 de marzo de 2019

Las perspectivas de un escritor


Universo, Magia, Hombre, Fotomontaje, Cielo, Ojos
El mundo puede percibirse desde distintos ángulos, sentirse a partir de experiencias netamente personales  y asumirse de manera autónoma. Para un escritor este es un ejercicio habitual, porque un escritor no ve,  ni observa, un escritor hace acopio de todos sus sentidos para contemplar las realidades en su plenitud. 
Es el don del artista, esa habilidad innata de la que no se puede escapar con facilidad ni teniendo la más mínima intención de hacerlo. Algunos la olvidan y van por ahí a oídos sordos o a sentidos nulos, ignorando las insinuaciones de las musas, negándose a sí mismos.
Los escritores no solemos poner en evidencias nuestras impresiones de instante, todo en nuestra cabeza cumple un  ciclo de decodificación en el que se transforman elementos, se censuran algunos y se proponen otros. Por eso, ver un rostro desconocido en la calle se convierte en una invasión de cuestionamientos, empezamos a imaginarnos el pasado, presente y futuro de aquella persona, nos dejamos envolver por su expresión y tratamos de asumir la causa probable de la misma. 

Escuchar una conversación por casualidad es otro detónate artístico, y Toco el tema de los detonantes porque para nosotros cada cosa, por más mínima y simple que parezca,  puede convertirse en un golpe de inspiración, ya sea una conversación, una flor marchita, un cielo soleado o  nublado, un indigente, un lugar, un acontecimiento, una voz, un olor, un sabor, un sentimiento, una textura, los colores o la música; no hay excepciones.

La mirada de un artista nunca puede pasar por desapercibida, por eso intimida en ocasiones, porque  para ella nada es inherente.