Se supone que ser joven es una invitación a vivir la vida, consientes de que la etapa en la que estamos no durará para siempre, que pronto llegarán responsabilidades más serias, que nuestra piel se arrugará y nuestras fuerzas brillarán por su ausencia. ¿Está esto, siquiera un poco, lejos de la realidad? No, es el ciclo de la vida, simple de entender. Ahora, hay que entender también que la juventud no es un estado y tampoco una etapa, es una oportunidad. Has de cuenta que la vida es un tren que solo tiene tres estaciones, la de partida, la intermedia y la de destino.
Abordar el tren no es algo que nosotros decidimos, pero lo que si nos compete es elegir la ruta e inclusive el destino. La estación intermedia, mejor llamada JUVENTUD, es un momento de gracia en el que tendrás la oportunidad de tomar muchas decisiones trascendentales, por ejemplo: ¿A quién eliges para ser tu acompañante de viaje? ¿Tomarás un atajo? ¿Cambiarás de destino? ¿Dejarás un legado? ¿Tomarás otro asiento? todo lo que hacemos en esta parada infiere en cierta forma en nuestro viaje.
Has de esta oportunidad una buena ocasión para disfrutar de los verdaderos placeres, no los efímeros, ni los que duran horas o minutos. Opta por los que se prolongan durante todo el camino, que te permitan tomar atajos o te revelen las rutas de otros trenes...
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