Con una premisa aparentemente simple se podría determinar que la novela es sencillamente un cuento infantil que no tiene más razón que la de entretener, pero no es así. Si alguna vez leíste el principito, esta obra podría indiscutiblemente comparársele, no solo por las profundas enseñanzas que puede llegar a ofrecer, si no por las grandes verdades que existen dentro de las muchas metáforas que nos muestra.
Es un viaje corto, como la vida misma, que nos lleva a recorrer algunas emociones y a despertarnos en sensibilidad. Algunas personas no pueden evitar llorar con ella, y yo, que no soy de quebrantarme tan fácilmente, también sucumbí de forma inesperada en las últimas páginas. La eterna contienda entre la vida y la muerte, las añoranzas, la fe y la empatía se agrupan en un tumulto de acontecimientos que van llenando lentamente la copa hasta que esta rebosa y lloras, lloras o te conmueves si eres muy fuerte, porque de repente te imaginas en una situación que definitivamente tendremos todos que vivir alguna vez y empiezas a dar valor a las cosas importantes, a las personas importantes.
LO QUE ME GUSTO:
- El monstruo.
- La historia es corta, pero no le hacían falta más páginas para quedar perfecta.
- Los valores humanos y la manera en la que nos recuerda que somos precisamente eso, humanos.
- La estructura gramatical.
- Podría decirse que hay una que otra situación un poco aislada que distrae de la continuidad en la historia, aunque no se pierde el sentido general de la misma. Estos métodos narrativos no son mucho de mis preferencias, por eso lo menciono aquí.
- Los personajes, aunque entrañables, quedan un poco inconclusos. Da la sensación de que quieres saber más sobre ellos, solo un poquito más. Por ejemplo: ¿qué pasó antes y después de... con la Abuela y el padre de Conor? ¿por qué su relación es tan neutral cuando hay un conflicto interno tan evidente?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario